“1989 Caprice Classic,” a poem

Screen Shot 2020-08-17 at 5.21.10 PM

“Is it talking dirty if you’re just listening? What you see in the picture is me. Passenger Front seat. Cinder block wall behind me. I mailed it to my Romanian pen pal, me making a sexy face in my friend’s Falcon. To my right is the dustless dashboard. In the backseat is my older friend Junior. Give me a sexy look, he says. He’s taking a picture for my pen pal but it’s really for him. It’s also for me. For my other friend who’s driving. My sexy hair looks like this: a ponytail on top of my head, wavy brown cascading over to the side of my face. In my denim jacket and white button up, the other thing that sizzles is my plaid flannel skirt, one my mother made. Her hands lined my hem. The driver rolls carefully down my alley. Me, trying out my sexy look and he’s looking too. We enjoy it, watching me try. And I enjoy trying.”

Read the whole poem at BOOM:

https://boomcalifornia.com/2020/08/17/1989-caprice-classic/

Shout out to editors Carribean Fragoza and Romeo Guzman! And gracias to the illustrator Fernando Mendez Corona.

Juan Gabriel: How he helped families love their queer children– in HOY magazine

In Friday’s print edition of HOY magazine in Los ANgeles, reaching thousands of hispanohablantes, I discussed how our working-class immigrant families loved their queer children and neighbors in a way that would not have been possible without Juan Gabriel. Read the whole story in Spanish here, page 13!

A HUGE “gracias” to translators Roman Lujan and Jen Hofer for their help in making the article sparkle like a bead on JuanGa’s Bellas Artes jacket. And to Aida Salazar for her mother’s story.

Excerpt from, “Ayudo a familias aceptar a sus hijos”

En tiempos de violencia y pérdida, hay que reconocer que Juan Gabriel hizo posible el ser gay, auténtico y amado. El poeta Eduardo C. Corral contó en Facebook cómo su papá lo aceptó cuando se enteró de que su hijo era gay: “Con los años, Juan Gabriel se convirtió en parte de muchas familias mexicanas. Sí, se burlaron de él. Pero allí estaba. En nuestros hogares. […] Se convirtió en una presencia […]. En mi casa. Esta familiaridad con ser gay ayudó que mi padre siguiera amando a su hijo.”

Su presencia en nuestros hogares se debe a nuestras madres u otros familiares, a quienes las canciones de Juan Gabriel les partía el corazón. Con letras como estas, no hay duda del porqué: “Sé que tú no puedes, aunque intentes olvidarme. Siempre volverás, una y otra vez.” Mujeres como mi mamá llamaron llorando a sus hijas e hijos, a sus hermanas y vecinas,  cuando anunciaron la muerte del Divo de Juárez. “Lo voy a ir a alcanzar”, me dijo mi madre. “Lo tengo que conocer, chata.” Y así, millones de nosotros todavía lo quieren conocer. Otras llevamos  flores a la funeraria de Santa Mónica donde llegó su cuerpo, a su estrella en el paseo de la fama de Hollywood, a su estatua en el Distrito Federal, pero más que nada, ponemos su música. “Háblame de ti. Cuéntame de tu vida.”

Con su tema “Te lo pido por favor” nos enseñó a ser amigos y a apoyar quienes tienen alguna necesidad. La letra dice: “¿Cómo te puedo pagar todo lo que haces por mí? ¿Todo lo feliz que soy? ¿Todo este inmenso amor? Solamente con mi vida.”  La presencia de Juan Gabriel también acompañó a la gente gay que ha sido rechazada por  su familia de sangre y ha tenido que  que construir familias de corazón. Por ejemplo, la comerciante Chavelita, originaria de Jalpa, Jalisco, vivía en la ciudad de Maywood en los ochentas, y se hizo amiga de hombres gay y trans que conocía a través de su tienda de decoraciones. Sus reuniones eran fiestas en la sala de su casa, en la que seis hijas e hijos esperaban ansiosamente el show drag. Abundaban las boas, el lápiz de labios rojo, los tacones dorados y los aplausos. Los intérpretes se movían y bailaban igual que  sus artistas favoritos, como Amanda Miguel, Donna Summer y, sí, Juan Gabriel. Las canciones de el Divo eran algo de todos los días, tanto que todos estos  amigos se decían “querida”. “Ay, querida, no me digas.” “Sí, querida.” El traje de lentejuelas que Juan Gabriel estrenó en Bellas Artes y la manera en que giraba hicieron posible que un drag show ocurriera en la sala de una familia. Al mismo tiempo la existencia de gente gay y trans hizo posible que Juan Gabriel fuera siempre efervescente y luchador.